Adoro las tormentas. Y la capacidad que tienen de hacerme sentir minúscula. Y sentir las gotas caer en mi cara. Adoro las tormentas, los rayos y los truenos. Y caminar bajo la lluvia sin importar que llevo dos paraguas en la mochila. Adoro ralentizar mi paso y sentir vivas las zonas en que las gotas se posan. Los labios, los párpados, la frente, los dientes, el pelo. Adoro mirar al cielo y recibir el frescor en mi cara, en mis manos, en mi boca. Y beberme la lluvia. Y pararme a pensar las ganas que tengo de tumbarme en chubasquero a sentir la lluvia en mí, a beberme la tormenta. Adoro caminar mirando al cielo, mientras me llueve encima y aquellos con que me cruzo se me quedan mirando. Y adoro que la gente me envíe miradas de piedad por ir mojándome. Y sonreír interiormente sabiendo que sólo me mojo porque quiero, que podría evitarlo cuando quisiera. Adoro variar la velocidad de mi paso y comprobar cuándo me mojo más o menos.
Adoro llevar botas de agua y poder saltar sobre los charcos. Redescubrir la niña que hay en mí y chapotear como cuando todavía echaba la siesta en el colegio. Adoro sentir el frío en la cara y que mi abrigo me dé el calor que necesito. Adoro caminar sin rumbo bajo un fino "calabobos". Y escuchar truenos y relámpagos. Sonidos retumbantes que nos recuerdan que somos nimios, aunque nos creamos que hemos logrado dominar algo. Unos más cortos, otros temblorosamente largos. Truenos que nos avisan de lo cercana que está la tormenta. Y los relámpagos. Haces de luz que iluminan los rincones más oscuros. Torrentes de luz que nos hacen parpadear, alucinar, temer al poder de la naturaleza. Uno de los ruidos más relajantes. Un chisporroteo constante. Y nuestra total impotencia. La prueba patente de nuestra insignificancia en este mundo. Las tormentas me recuerdan que no soy nadie.
Adoro las tormentas, cada día un poco más. No hay nada de racional en esta aparente preferencia por la lluvia. Pero, sin poder evitarlo, adoro las tormentas.
Mi blog.
Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).
viernes, 11 de marzo de 2011
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ResponderEliminarpero a diferencia de ti no me rio interiormente, me rio por fuera, y voy sonriendo como un tonto mientras me mojo y la gente me mira raro. Y sentirme pequeñito frente a la inmensidad del cielo. Y por supuesto el olor a tierra mojada
Es maravilloso pasear bajo la lluvia. No sé cómo he podido olvidar mencionar el olor a tierra mojada. Supongo que será porque por donde estuve ayer no había más que asfalto y no olía, pero es un olor maravilloso. Comparable a la cara de la gente mojándose xD
ResponderEliminarSi tanto te gusta caminar bajo la lluvia (o las tormentas), te animo a que pruebes a salir a correr con llovizna, es maravilloso que nunca se te seque la garganta y que puedas disfrutar del olor a tierra mojada, pero ojo, cuidado con los enfriamientos :)
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada, esta y las anteriores, pero claro, no voy a comentarlas todas... aunque me gustaría tener tiempo para ello.
Enhorabuena de nuevo, por tu maravillosa forma, no de escribir, sino de transmitir lo que sientes mientras escribes
Adoro pasear bajo la lluvia, sobre todo cuando no hay exámenes cerca y puedo mojarme sin temor a acatarrarme y perderme algo importante.
EliminarMuchas gracias otra vez. En serio, no sabes la ilusión que me hace que la gente le guste leerme. Es todo un honor :]
Por favor, ni se te ocurra llamarme de usted, que no soy ni directivo de una editora ni tan viejo.
EliminarEn todo caso el honor (y suerte) es mío, por haber encontrado tan maravillosa blogger