Estoy hecha un 8, ¿crees que si me tumbo me haré infinita? ¡Ay! No sé si quiero hacerme tan grande. Porque soy ya de por mí pequeña, pero aun así soy del tamaño de la mayoría de los chicos que me rodean. Y ya en tacones a algunos incluso los supero en altura. Y a mí es que los tacones me pueden. Me pueden porque me encantan. Son pequeños y tan bonitos. No me gustan todos los tacones, sólo los que son bonitos. Claro, a quién no, ¿no? La cosa es ¿qué es bonito? Pues no lo sé, me temo que es un término tan subjetivo que el concepto de belleza cambia para cada persona. Por ejemplo, a mí me encantan los paisajes otoñales pero puede que a ti te guste más una imagen de Francia en verano, con sus viñedos y su cielo sin nubes. Pero, no, no. Los tacones son objetivamente bellos. Desde mi objetividad subjetiva, por supuesto. El caso es que ir en tacones a diario no tendría ningún sentido. Porque algo que usas a diario no es especial. Por eso tantas relaciones fracasan. Tu taza favorita es la que pasa más tiempo en el lavavajillas, porque es la que usas siempre que puedes. Pero sólo por no poder usarla en momentos en que te gustaría, ya tu mente la hace especial. Creo que las cosas que tienen un punto de exclusividad nos parecen mejores. Así de egoístas somos.
Y digo yo que, ¿por qué será lo de estar hecho un 8 y no un 4 o un 9 o un 7? Porque esto es muy curioso. Todos escribimos el 8 igual, pero el 4, ¡uy con el 4! No suelo ver dos cuatros iguales. Algunos lo cierran por arriba, otros no. Algunos lo hacen de un trazo y otros hasta con 4 trazos. Una vez conocí un chico que escribía los cuatros como unos, y así no había quién se aclarase. Menos mal que era 14/1 y pude comprender la diferencia. Porque nadie nunca entiende que el día 14 no es un día más. Claro va después del 13, que es de 'mala' 'suerte', y el pobre se siente eclipsado por su hermano menor. O mayor, porque en esto de las fechas los mayores, los que suceden antes son los más pequeños. Es otra de las ironías de la vida. Claro que, en mi opinión, la suerte no existe. Pero eso es sólo mi opinión. Y no creyendo en la suerte mirad cómo me ha ido. Juzgad y decidid si queréis o no creer en la suerte. Porque en la suerte se cree, ¿eh? Y nada, los gatos de la patita, esos que ponen en los bazares chinos. Bueno, pues que os mandan saludos llenos de suerte. O vacíos en mi opinión. Dicen que buenas (seguimos sin saber qué es bueno y qué no) noches. Así que yo no voy a ser menos y voy a dejar de desvariar (en público). Sé feliz querid@ lector/a. Si has llegado a leer tanta bobada, lo mereces.
Mi blog.
Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).
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ResponderEliminarLa tuiteé hace unos días, pero pasó desapercibida y me había gustado mucho, así que decidí dedicarle una entrada :)
ResponderEliminarUsar tacones es uno de mis pequeños placeres, quizás porque soy medio bajita (1'65) y puedo permitírmelo y quizás también porque mi amor por los tacones es tan grande como mi amor por la música o los libros. Eso sí, unas buenas Converse o unas zapatillas de deporte de a diario que no me las quite nadie ;)