[...Como mi estúpida costumbre de repetir la pregunta antes de contestarla. Sólo para ganar unos segundos, unos minutos, un par de ciclos cerebrales. ¿Recuerdas? '¿Qué te pasa?' Y yo siempre decía: 'qué me pasa. Qué me pasa.' Y me tomaba un par de segundos más antes de contestar, que nada, que nunca pasa nada. Que nunca me pasa nada.
Todas las medias verdades, son medias mentiras. Y las medias tintas dejan muchas palabras en el tintero. La mitad, para ser más exactos. Y yo dejaba mis medias, enteras, sobre tu tres cuartos ya empapado de medias verdades, que son medias mentiras. Dos medias hacían una tarde entera de no hablar sobre nada, de conversar sobre todo. Y, sobre todo, sobre nada. En particular, la colcha no era especialmente bonita ni las cortinas tampoco.
Blanco roto, recuerdo decirte. Y tú, terco, que decías que tus cortinas ni eran blancas ni estaban rotas. ¿Que qué necesidad tenemos de inventar colores? No sé. Lo que desde luego sí estaba roto era todo lo demás, aunque de eso me di cuenta mucho más tarde. El blanco roto sí lo distingo a simple vista, un interior roto ya es más difícil de percibir.
No quiero ni pensar lo que hubiera pasado si, en lugar de medias hubiera llevado enteras. ¿Doble de sentimientos? ¿Triple de tardes en vela? Nadie nunca habla de pasar las tardes en vela, porque si hay luz no hacen falta las velas. Nosotros pasábamos las tardes en vela, porque no había luz, figuradamente.
Aquella tarde no había luz, como siempre, pero tampoco había luz, literalmente. Pero, ¿desde cuándo se necesita luz para sumergirse en un iris? Nos daba igual. La ausencia de luz, la ausencia de todo. Éramos (la) nada personificada en esas cuatro paredes, con tu colcha fea, tus cortinas blancas (rotas) y mi sonrisa blanca (rota).
Probablemente todo hubiera sido diferente de ser la colcha más bonita, o las cortinas rojas (pasión). Pero las cortinas estaban rotas y nosotros acabamos rotos, figuradamente. Jamás tuve que recoger mis brazos o mis piernas antes de irme. Total, los pedazos rotos los llevaba siempre dentro de mí.
Las lágrimas eran siempre las primeras en huir. Tal vez, si yo me hubiera ido cuando la primera de ellas decidió que era suficiente, que hasta ahí... Tal vez todo hubiera sido diferente entonces. Pero eran demasiado rápidas, o yo demasiado lenta o un poco de cada. Quédate, lo siento. ¿Y qué podía hacer yo? Machacar ese fluido tan cobarde entre dos yemas temblorosas y volver. Volver. Volver...]
Que qué me pasa. Que qué me pasa. Pues supongo que me pasa que he perdido esa estúpida costumbre que te hacía sonreír.
Mi blog.
Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).
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Con qué fluidez y claridad verbalizas lo que es tan difícil expresar... te echaba de menos
ResponderEliminar@Almudena: Yo echaba de menos escribir. Y tus comentarios tan halagadores. Así cualquiera escribiría todos los días un par de entradas :)
ResponderEliminarEsta. Entrada. Es. Genia. Lísima.
ResponderEliminarSeñorita JusJuuus, me saca usted las sonrisas y los colores por igual. Ahora tengo ganas de escribir y escribir durante horas.
EliminarMe ha encantado. Hacía mucho que no tocaba los blogs y te has encargado de mantenerlo al día y lleno de textos geniales :)
ResponderEliminarLa primera parte, cuando hablas de medias verdades y medias tintas, me he acordado de esas veces que se dice algo y luego "es broma", y cuanta realidad tienen esas bromas...
Amo la parte de tardes en vela; y voy a enmarcar la frase final: "Que qué me pasa. Que qué me pasa. Pues supongo que me pasa que he perdido esa estúpida costumbre que te hacía sonreír." Es increíble :]
@Kailer: como cuando te dicen una verdad verdadera por chat y terminan con un 'xD', para que no te enfades. Pero lo dicho está dicho. Y dicho queda. Vidas oscuras hay muchas, por desgracia. Te regalo la frase, aunque primero debo confesar que el final fue la segunda frase que escribí del texto. Y ya sabía que debía ser final :) Como siempre, gracias por la atención. Me ruborizas :]
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