Mi blog.

Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).

martes, 22 de julio de 2014

(Querer) A la persona, no al concepto.

Hay una gran diferencia entre querer a la persona y querer al concepto de estar con alguien.

Y hemos de tener cuidado, porque los pasados que ya no están presentes contaminan posibles futuros, posibles presentes. Contaminan paseos, caminos, cafeterías, bancos con vistas a la nada, lugares y, sobre todo, futuros pasados.

¿Quién iba a pensar que seríamos capaces de romper promesas que nunca nos llegamos a hacer? He aprendido que un "para siempre" dura unos pocos meses; que también se pueden fingir los "tequieros" con ojos brillantes y besos ¿sinceros? He aprendido que está bien guardar un lugar especial para cuando llegue de verdad un para siempre duradero, porque luego será el único sitio al que ir cuando todos los demás estén atestados de recuerdos. He aprendido que también las promesas que no se hacen en voz alta pueden romperse un buen día; que no puedes confiar ni en tus ideas idealizadas, ni en tu sombra. Que pedir de vuelta un libro prestado puede ser una (mala) excusa para ver a alguien por última vez. He aprendido que cocinar para dos es mucho más fácil que cocinar para uno y que puedes quedarte dormida mirando fijamente a otros ojos. Me has enseñado bien.

Y ahora cuando hago sushi me sobra siempre la mitad, desayuno media pizza recalentada una vez a la semana. Me sobran las medias tintas y, 7 trozos de tarta después, empiezo a pensar que este agujero en el estómago no lo voy a conseguir llenar ni con comida. (¡Y yo que osaba considerarme experta en llenar vacíos existenciales con comida!)

Pero, ¿te cuento un secreto? Ahora yo soy mi profesora y este homeschooling impuesto por la vida me está enseñando a freír huevos sin quemarme y a cocinar fajitas sólo para 1. Ahora las agujetas me vienen de las sentadillas que hago a diario. Los ojos se me cierran después de leer 100 páginas de un libro cualquiera y he recuperado las ganas de tropezarme con el mismo tipo de piedra (otra piedra, misma caída).

Y es que, si lo piensas, hay una gran diferencia entre querer a la persona concreta y, simplemente, querer compañía.

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