Mi blog.

Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).

lunes, 13 de junio de 2011

Ella era una de estas mujeres que...

Ella era una de esas mujeres que pueden ir sin maquillaje por la calle. Una de estas mujeres que el mundo espera ver sin maquillar a diario. No sé si esto se nace o se crece, probablemente un poco de ambas. Cuando la conocí yo era muy pequeña, y no la recuerdo en aquel momento. Seguramente ni entonces llevaba maquillaje. Unos años más tarde la volví a ver. Nos encontramos en una red social. Ella seguía sin llevar maquillaje. Yo ese día tampoco. Tenía los pómulos marcados, los párpados visibles. Unos dientes grandes y una sonrisa especial. El pelo a lo "boy", que por algo la gente espera verla sin maquillar. Sus ideales tampoco estaban maquillados. Creía saber lo que defendía, aunque en el fondo estaba muy equivocada. Gritaba a todos y criticaba todo. Quería cambiar el mundo. Sus ojos, avellanados, sólo reflejaban una inocencia infinita. No había vivido mucho. De hecho, le quedaba todo por vivir. Ella era una de esas mujeres que pueden ir sin maquillaje por la calle, las que visten ropas de colores y combinan los complementos de una manera diferente cada día. Estudiaba políticas, no creo que ninguna otra carrera le hubiera quedado bien. Iba a clase, o tal vez no. Cuando su dedo gordo le dolía sabía que iba a llover. Llevaba gafas los jueves y viernes, para ver con mejores ojos la vida y terminar feliz la semana. Solía decir que le gustaba la naturalidad, aunque acabó por confesar que su aspecto era el fruto de una hora frente al espejo cada mañana. Y eso sin maquillar. Su primer novio era idéntico a ella. Solían debatir contra otros, unidos por sus ideales. Ella era una de esas mujeres que pueden ir sin maquillaje por la calle, y por eso acabó dejando a su novio, que no le combinaba con el calzado. Vivió aquí y allí, más tiempo allí que aquí. Pero siempre terminaba volviendo, al fin y al cabo había nacido aquí. A sus padres los veía de Ramos a Pascuas, o de Pascuas a Ramos, según el año. Encontró un trabajo, pero lo dejó. Quería libertad. Quería naturalidad. Se fue de viaje. Sin dinero. A conocer el mundo y experimentarlo en sus carnes. Y volvió con menos carnes, pero la mirada cambiada. Ya no era esa fuente infinita de inocencia. Ya no era pura. Había vivido mucho. Había conocido mucho. Sabía demasiado. Ahora su mirada era la de un adulto. Y es que, probablemente, ella también era ya adulta. No sé qué será de ella ahora, me dijeron que volvió al trabajo. Empezó a maquillarse. Dejó las ropas anchas y los accesorios. Se casó con su novio, un nuevo novio, más acorde con su nuevo yo. Supongo que acabará teniendo hijos, es lo normal. Seguro que alguna de sus hijas acaba siendo como ella de joven. Seguro que alguna de sus hijas le saca una sonrisa al crecer, y recordarle lo que ella fue y ya no es. Ella era una de estas mujeres que pueden ir sin maquillaje por la calle. Pero decidió dejar de serlo.

2 comentarios:

  1. A veces pasa que haces un viaje, metafórico o no y cuando termina estás de vuelta de muchas cosas. Pero la pregunta es, ¿terminarás tú misma por ser así? Qui sab...

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  2. Sí, siempre he pensado que los viajes dan mucho que pensar. Aunque sean trayectos cortos siempre "abren la mente" y cambian la visión de las cosas. Nunca se sabe, ¿no? =)

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