Mi blog.

Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).

martes, 6 de diciembre de 2011

Sobre clavos, cuadros y demás enseres de la vida.

Yo cuando veo que una chica vuelve una y otra vez con el mismo chico, que le ha hecho daño y se lo sigue haciendo. Bueno, o un chico. No te vayas a creer. Los chicos también vuelven a veces una y otra vez con la misma chica que les pisotea. Yo en esos casos me imagino su relación como un clavo ardiendo. ¿Sabes? Y los imagino aferrándose a este clavo. Un clavo al rojo vivo, duele al cogerlo, pero lo agarran fuerte, sin dejar que se vaya. Con las dos manos, soportando las ampollas que les aparecen, aguantando las lágrimas y haciéndole creer al resto del mundo que su clavo les gusta y que todo es purpurina y mariposas. Porque quieren a ese clavo. Y bueno, de vez en cuando lo sueltan o lo tiran al suelo o se les cae entre lágrimas de dolor. Porque ya no podían sujetarlo más. Al fin y al cabo, sujetar un hierro candente sólo causa heridas. Lo mismo el clavo, enfadado porque lo hayan dejado caer, les cae sobre el pie antes de irse a un rincón del suelo y esperar. O lo mismo es el clavo el que decide que esa chica o ese chico no merece su compañía tan 'maravillosa' y se desliza fuera de sus manos; para alivio de los amigos y familia del sujetador y para depresión total del chico o chica. El clavo desaparece, y todos nos alegramos.

Pero lo recogen del suelo. Lo limpian y lo vuelven a agarrar como si les fuera la vida en ello. Y yo les digo que hay más clavos con los que colgar el cuadro de tu vida, que un clavo candente duele y no da satisfacción alguna. Que si lo soltaran, se darían cuenta de que ese clavo tiene la punta doblada, está oxidado por la cabeza y está hueco en el interior. Que ni siquiera era un clavo de hierro puro, era de aluminio o de bronce o de cobre. Pero los que se aferran a este tipo de clavos no suelen hacerme caso. 'Es que lo quiero mucho' 'Hemos pasado muchos momentos juntos' Claro, y yo también he pasado muchos malos momentos en las clases de Educación Física y eso no ha hecho que estudie INEF para seguir sufriendo de mayor.

No sé, quizá yo sea un ser sin escrúpulos ni sentimiento alguno. Pero no le veo la lógica. ¿Para qué sostener con dolor algo que se cae por su propio peso? ¿De qué sirve soportar un peso que sólo crea heridas? Sí, seguro que les hace más fuertes, no digo yo que no. Pero yo suelo guiarme por lo que decía mi abuela: 'la primera vez que alguien te hace daño es su culpa, la segunda vez es culpa tuya por seguir a su lado'. Palabras sabias las que regalan los ancianos. Ojalá yo les regale consejos tan sabios a mis nietos.

Así que bueno, no pretendo ofender a nadie ni herir sensibilidades (que me consta que algunos están extremadamente sensibles últimamente) sólo decir lo que pienso. Chicas, chicos, entes y tuiteros aferrados a clavos ardiendo: soltadlos. Soltadlos y veréis como encontráis otros clavos más nuevos, más relucientes, de punta afilada y brillo Profident. Clavos de cabeza llena de ideas y pose erguida. Clavos con los que colgar, de una vez y para siempre, el cuadro de la vida en la pared. Y colgarlo bien derecho.

4 comentarios:

  1. Decía Lope de Vega:
    "Creer que un cielo en un infierno cabe,
    dar la vida y el alma a un desengaño:
    esto es amor. Quien lo probó lo sabe."
    Qué razón tenía tu abuela... y qué dificil seguir a la razón cuando el corazón manda...

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  2. @Almudena: Pues sí, gajes del oficio. El corazón tiene el poder de nublar la mente. Pero debemos luchar por mantener la cordura :)

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  3. Bravo, sumamente brillante. Yo no lo hubiera podido explicar mejor!

    — Arianne

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