Mi blog.

Dentro de muchos años entraré aquí y será mi particular baúl (digital) de los recuerdos (no digitales).

lunes, 30 de mayo de 2011

Y te preguntarás: ¿por qué?

Sólo sientes impotencia. Es injusto. No debería pasarte a ti. Al fin y al cabo, ¿qué has hecho para merecerlo? Frustración. Eres incapaz de remediarlo. No tiene remedio. No hay nada que puedas hacer que vaya a cambiar las cosas. Y te preguntarás: ¿por qué? ¿Por qué tiene que ser tu madre, tu abuela, tu amiga, tu padre? ¿Por qué no puede ser el padre del vecino, o el marido de alguien que vive a 500km de ti? No hay explicación que valga. No valen los "se va a curar", porque en el fondo sabes que no son verdad, y sólo sirven para incrementar la impotencia. No valen los "es ley de vida", porque no quieres que sea ley de vida, porque quieres poder hacer algo para remediarlo, porque quisieras ir en contra de la primera y más importante ley que rige la vida: la ley que dice que todos, antes o después, moriremos.
Pasarán los días, seguirás adelante. Hasta que no tenga lugar no te decidirás a empezar a asumirlo. Y ni siquiera cuando suceda querrás verlo. Ojos que no ven corazón que no siente. O sí. Y pasarán más días. Seguirás viéndola o seguirás hablando con ella. Parecerá que la enfermedad remitió ligeramente, y dormirás ligeramente más tranquila. Pero tu conciencia seguirá alerta. Porque aunque te niegues a hacerte a la idea de que las personas que más quieres se pueden ir, en el fondo sabes que va a ocurrir. Y que el paso del tiempo lo único que hace es acercar el momento.
Unos días estarás más contenta, otros días no habrá nada que logre sacarte a ese ser querido de la mente. Y pasarán los días. Y el momento se acercará. Cualquier llamada desde un número privado logrará acelerar tu corazón como nada lo había hecho antes. Temerás coger la llamada que confirme tus más temidas sospechas. Pero, un día, más o menos lejano, esa llamada llegará. La cogerás. Y tu mundo se derrumbará. Se fue. No quieres asumirlo. Se fue. Ya no está. Probablemente en el momento no lo asumas. Llores o no, los primeros días serán para hacerte a la idea. No puedes asumirlo. Irás al funeral, o tal vez no puedas ir. Pero ni la imagen de su cuerpo siendo enterrado te convencerá. Porque no puede ser verdad. Porque no es justo. Porque la vida no puede apagarse de esa forma. Menos aún en una persona a la que habías querido tanto. Pero pasarán los días. Dejarás de recibir los mensajes de apoyo, los demás asumirán que estás bien. El protocolo no dice nada de llamar para interesarse por la salud de los familiares y amigos del muerto cuando han pasado, por ejemplo, dos meses de la muerte. Pero en tu interior seguirás sin creerlo. No podrás controlar en un acto reflejo hablar en presente, llamar a su número y preguntar si se puede poner. O sonreír al ver algo que le hubiera gustado y tomar nota mental para enseñárselo. Y pasarán los días. Uno tras otro. Pero tú seguirás sin entenderlo. Querrás rebelarte contra la vida. Contra el destino, contra todo. Aún sabiendo que no serviré de nada. Miles de preguntas sin respuesta en tu cabeza. ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no dentro de 20 años? Y, al final, sólo te preguntarás: ¿por qué?

2 comentarios:

  1. Gran entrada, hay veces que empiezas a pensar...y tu mundo se derrumba.

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  2. Y sonríes. Y te vas a dormir pensando "mañana será otro día". Sí, entiendo lo que dices.

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